Una solitaria
mañana frente al espejo.
“El corazón galopa a gran velocidad,
busca su propia muerte, busca detenerse. La sangre corre veloz por las venas,
pretende derrumbar los muros venosos que la contiene y arrojar su viscosa
esencia fuera… secarse en el suelo de algún lugar y verse morir.”
El amor hace tiempo se detuvo, se congeló
dentro de mi frígido interior, se congeló dentro del purgatorio de la soledad,
mi soledad, mí siempre maldita soledad. Pero deseo un tibio beso de sus labios
delicados, que no son más que un trazo coqueto en su rostro. Vuelvo a estar frente
al espejo, sigo pensando que he cambiado, las mismas navajas pasean por mi
barbilla quitándome el tiempo de ella. Recuerdo la dulzura de ella, no me lo
puedo sacar, ni siquiera escupiendo la lechilla espesa logro alejarme de su
pensamiento y de su nombre mitológico.
Quizá estoy ebrio o tal vez debo
aprovechar el momento para rebanar mi garganta; omitir el grito y simplemente
ver frente al espejo mi solitaria muerte. Ver mis pupilas perderse en ese punto
infinito y es ella la que esta infinitamente encerrada en mis deseos-recuerdos.
Hoy no puede, la rutina me gano y las ganas de verla de nuevo no se van, ese
pequeño deseo de palparla con mis labios-dedos-corazón sigue latiendo…
Siento que he comenzado a cambiar, es el
pensamiento con el que comienzo el día, parado frente al espejo comienzo a
rasurarme, quito los despojos de mi joven vejez. Sigo teniendo ganas de rebanar
mi garganta y después beber algo de vino. En medio del cuarto de baño alcanzo a
escuchar los restos de la música de la noche anterior, recuerdo la dulce
compañía que adorno mi solitaria noche, pero se evaporo, ahora son polvo del
pasado.
En algún momento me encuentro, aun estoy
vivo y el suicidio está un poco lejos, pienso en la piel de mi compañera de la
noche anterior, huelo de nuevo su perfume y quisiera que su boca me bese, en
vez del beso que me da la botella de vino, quiero sentir su aliento cerca y sin
darme cuenta ya me estoy masturbando, pienso en ella, pienso en la abertura que
cómo madeja abro con mi boca y poder entrar en su mundo de
húmeda-caliente-apasionada y rosada sexualidad. Un último cigarrillo se diluye
entre mis dedos; dedos que desean pasarse por sus labios para hundirlos en
ella, escuchar la música haciendo coro con sus gemidos, hundir mi lengua en
ella, extraer su jugo… el cigarrillo se
consume, mi vida se consume… ella en mi mente consume mis neuronas y mis
deseos; pero no consume para nada mi soledad. Aun no he podido terminar de
rasurarme, la rutina toca la puerta desea que salga, yo únicamente quiero rebanarme
la garganta, pero antes deseo volver a
tenerla entre mis piernas una vez más…galopar con ella-en ella una noche más
antes de ir a dar la vuelta al purgatorio…
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