jueves, 26 de junio de 2014

Bisteces

Enamorado de los bisteces…

Delicados y finos trazos-trozos de mujeres me rodean: vecinas, caminantes, en el paradero, compañeras de trabajo. Mujeres que atraen mi atención; mujeres infieles y destructoras. Olores, maquillajes, perfumes, sonrisas desplegadas atrayendo la mirada lasciva… la mía.


Yo simplemente puedo admirar esos trazos-trozos, pero el resultado es el mismo “mi corazón roto y decepcionado.” Aun que con dulce palabrería cederían ante mí, me ofrecerían su sexo húmedo y delicioso; pero al final me dejarían herido y con deseos de más de ellas. Ahora en estos días de desolación prefiero amar otros trazos-trozos, otros finos cortes. Esos cortes me aman, no dicen nada, son mudos amantes, comparten mi silencio, son lenguas rodeando mi ser, lo exprimen. Algunos aun sangrando manchan mi piel. Ellos no atentan contra mi libertad, no agraden mi soledad.  


En el suelo de la habitación hay cientos, miles de gusanos devorando los bisteces que me han amado, el olor de semen muerto se pudre con la carne. En el suelo yacen pedazos de reces con espermas disecados. No los como y no los tiro no quiero parecer un salvaje amante caníbal.

Algunas veces he llegado a extrañar el calor, la boca, la piel femenina… pero cuando eso sucede voy al refrigerador y saco un suculento trozo de amante para consolar mis deseos. No cabe duda que estoy enamorado de los bisteces; bisteces finamente cortados del aguayon.    


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