miércoles, 26 de octubre de 2016

Nostalgia.

Sentado  a la orilla de la existencia veo el ocaso de los recuerdos, veo cada uno de esos momentos que he vivido a la marcha de estos años. Algunos se escapan de mi mente, otros necesitan una foto y unos más no tienen ni una foto, pero ahí están, sonriendo. Bebo un poco más del espumoso vaso de la nostalgia y la vida aún no termina.

Esa lucha contra los que sigue está ahí esperando que tome las armas para continuar la pelea, para seguir buscando razones, para seguir cosechando recuerdos. Esa lucha puede esperar hoy, solamente quiero embriagarme de tristezas y del eco de sonrisas decrepitas. Tengo que llevar flores al cementerio de viejos momentos felices.

El día no termina, la vida no termina. Los vivientes te olvidan... en sus recuerdos yo soy un anónimo, mientras yo les pongo nombre en mis recuerdos. No olvido... un vaso más de esa amarga nostalgia. He de morir otro día hoy quiero recordar.



lunes, 26 de octubre de 2015

El Gato.

Laura llegó extenuada de su trabajo, quería solamente recostarse un rato, beber café y ver las noticias o algo que la distrajera de la rutina. Era apenas martes. Entro en su departamento, puso la cafetera, se puso su ropa para dormir, se sirvió su café y se recostó en el sofá.

Cambiaba  los canales de su televisión, no había alguno que le interesara, se estaba quedando dormida, cuando unos pequeños rasguños en la ventana la hicieron levantarse, se trataba de su gata, una gata blanca que había adoptado hace algunos días. la gata entró se estiro fue a comer. Regreso a la sala, comenzó a lamer sus patas, esta satisfecha la regordeta felina, de un salto se puso en el vientre de Laura. La comenzó a acariciar, la gatita camino hasta echarse cerca de su pecho.



Pasaron algunos minutos, fue entonces cuando le noto algunas manchas negras en el pelaje blanco, se quedo viendo a su mascota y le dijo: Estas sucia, pareces una bruja. ¿Acaso eres una bruja? La gata se sentó la vio fijamente a los ojos, ninguna de las dos dio un parpadeo cuando la gata le dijo: No soy una bruja, pero las he visto.




sábado, 1 de agosto de 2015

Vomitoide



Di un par de vueltas en la cama, el oxigeno aun entraba y salía de mi; di una vuelta más y me embarre de vomito, estaba sumergido entre la resaca y el vomito. Fue entonces cuando abri la ventana, necesitaba aire. Fue entonces cuando vi al mundo que comenzaba a convertirse en una deforme esfera de vómito… el vomitoide comenzó a reír, las partículas mal masticadas hablaban en idiomas humanos y reían vomitando más,  haciendo crecer más y más al vomito, despedía el hedor de las entrañas de todos los humanos que estaban vomitando al mismo tiempo. Todo era una varágine, los fluidos de todos brotaban dándole vida a eso.

 Crecía  el vómito con todo lo que  arrojaban a sus viscosos pies, se volvía más fuerte el hedor que despedía . Era un gigante hecho de vomito y juntaba el vomito de toda la humanidad para hacerse aun más grande. Las partículas sólidas mal masticadas caminaban para fusionarse con gigantesco humano de vomito. Una vez fusionado y lo suficientemente grande comenzó a caminar, tomando uno a uno a los humanos que estaba a su alcance para devorarlos y posteriormente vomitarlos; eran humanos mal masticados hechos una amorfa masa de hueso-carne-sangre que se adherían al gigante y así lo hizo por varias horas, devorando a millones de humanos. Ya era demasiado enorme que no podía albergar más vomito que se desparramaban en  grandes cascadas del pegajoso residuo. 



Dejaba huellas de sus viscosos pasos y al voltear se percato de mi presencia, trato de alcanzarme, así que corrí pero resbalaba  con los restos viscosos esparcido por el suelo; no podía refugiarme en las estaciones del metro, donde seguro no entraría por temor a resbalar en las escaleras, pero había balaceras en su interior y era una mala idea de refugio, muchos se metían a los tuneles, todo era un caos. El vómito que estaba pegado a mis zapatos comenzó a escalar por mis piernas atrayendo más vomito del que estaba esparcido sobre el suelo para que se comenzara adherir a mi, yo estaba atado de baba,  residuos, flemas y bulimia. Mi rostro se había desaparecido entre tanta viscosidad; me estaba convirtiendo en un fragmento más de ese gran ser hecho de vomito, mi cuerpo se comenzaba a sentir espeso, ahora era parte del espeso  gigante, solamente podía devorar humanos y acariciar moscas…comencé a caminar dentro de el, comence  esparcir ahora mi esencia viscosa en las calles de la ciudad. 

Le disparaban mísiles, pero solo los absorbía en su inmenso abdomen, explotaban dentro del ser y salían como flatulencias, nada lo detenía, los perros comenzaron a seguirlo para lamerlo. La gente continuaba huyendo, pero no había ya refugio ya que se desprendían trozos del monstruo que entraban a cualquier intento de refugio, se adherian en las personas succionandolos para luego vomitarlos haciendo más y  más grande al vomitoide. Era demasiado grande que desde cualquier parte del mundo se podía ver. Los trozos de excremento comenzaron a unirse a su cuerpo, le daba mas fuerza, las eternas aguas negras se rindieron ante el gigante.



Desperté con vomito a mi alrededor, di un salto, entonces pensé que el vomitoide me había liberado, quise entonces remojarme la cara, cuando me asome la or la ventana vi al mundo sumergido en vómito, todos ahora vivíamos en un mundo hecho de regurgitación, encerrados entre babas y flemas. Quedamos artrapados en la bulimia de la humanidad.


sábado, 6 de junio de 2015

Javier Corcobado



Recuerdo que hace algunos ayeres, mis amigos Gaby e Iskander me invitaron a la inauguración de su boutique darki, Nocturnal Nosferatu. Una tienda mamona para darkis mamones. Se puso bueno, hubo performances, colectivos del D.F. Una celebración donde el lugar estaba lleno de entes oscuros, gabardinas, encajes, corsets y vinil. Entonces llegué con mi pantalón de pana cafe, tenis, rompe vientos blanco, una gorra y en la gorra un botón de los Fabulosos Cadillacs.

Había gente afuera cuando llegue, me metí,  había un performance en ese momento. Por cierto no lo entendí, pero por la cara de los espectadores supongo estuvo chido. Logre subir las escaleras, fue cuestión de minutos para que el corte del listón se diera, el encargado del corte era ni más ni menos que Javier Corcobado, desconocido para mi, hasta la fecha. Todos emocionados con el padrino, aplausos y el rímel no se le corría a los oscuros.


Ya después del protocolo se repartió vino y queso. Los vampiros bebiendo vino con esa pose de gente de mundo. Todos acosando al padrino de la inauguración, Javier una foto, oye Javier esa canción esta muy chida, Javier un saludo para radio buap. Cosas así, yo sentado cerca de la barra viendo el espectáculo con una chela en la mano. Después de unos minutos llego Corcobado y se sentó a mi lado, me sonrió, salud me dijo. Yo le respondí con la camaradería del borracho, bebía una copa de vino, se le hizo raro que yo tomara una cerveza, sintió confort ya que no lo acose, ni autógrafo le pedí, no le pregunte de su música, intercambiamos un par de palabras, nada que significara algo. Me levanté le dije nos vemos y me fui a beber a un lugar más a gusto, sentí su mirada que me decía: llévame contigo. Me senté en un lugar más cómodo, sin tanta oscuridad; pedí una jarra estaba el Comisario. En la mesa de a lado había unos darkis extasiados. Javier Corcobado me estrecho mi mano y me firmo mi disco, yo me tomé una foto con él, dijo la vampira. Ahorita regresamos a platicar con él, concluyeron. Esbocé una sonrisa, y me dije ¿quién diablos es Javier Corcobado?


miércoles, 13 de mayo de 2015

Sin titulo

Aterrizó su nave, le puso doble seguro, en la tierra lo único seguro es que te roben, pensó. Camino, no le gusto el espectáculo que la humanidad le brindaba, así que antes de regresar a su planeta y pasar el reporte fue a beber algo fuerte y ver mujeres desnudas. Ese es un vicio espacial. Cuando decidió irse se dio cuenta que le habían robado su cartera de piel venusina. Subió a su nave y dijo antes de arrancar: A la chingada con los humanos... Una devastación nuclear siguió a su partida. No había pasado cerca de Urano cuando vio que lo habían infraccionado por estacionarse en doble fila...


sábado, 27 de diciembre de 2014

El Milagro Navideño.

Me levante muy temprano, bebí un café, hice un intento de ejercicio, trate de apreciar la vida; pero no lo logre, estaba decidido a suicidarme. Crisis mundial, desempleo, alza de precios, malas decisiones políticas; yo sin drogas, sin alcohol y sin alguien a quien amar, abrazar o  besar. Entonces todo estaba claro: hoy sería mi suicidio. No tenía la idea clara de cómo sería, pero tampoco tenía la idea o el motivo por el cual seguir viviendo; no deseaba prolongar la vida.

Di varias vueltas por la casa, el último día de existencia, de mi existencia se prolongaba sin razón. La misma canción repetía una y otra vez[1] ¿Cómo habría de suicidarme? Si no tenía veneno ni pistola; cortarme las venas era trillado y en los intentos anteriores no le había atinado a las venas.  Tal vez tirándome de un puente, caer al viento y al chocar con el pavimento dejar embarrados los restos de mi cuerpo, los restos de mi existencia; ver los rostros de horror al momento de saltar, seguro habría muchos espectadores. Después de caer y morir sabría por fin lo que hay después de la muerte. Sólo me quedaba una duda ¿Tendría que hacer nota póstuma?




Diciembre, linda época para suicidarse, para ser el centro de las pláticas  de las cenas navideñas, podría ser ahora sí el protagonista de todas las cenas y de los periódicos. Le daría un sin-sentido más a la época navideña, sentido que ha ido perdiendo poco a poco ¿Navidad? Que fecha es esa…

Me bañe, me perfume, me puse lo mejor que encontré en el  guardarropa; tenía un encuentro con la muerte, así que debía estar bien presentable para poder estrechar su huesuda mano. Hice una especie de ritual de despedida, camine por todos los rincones de la casa, recordaba momentos, personas, veía momentos pasados. Bebí la última cerveza y fume el último cigarrillo. Salí a eso de las tres de la tarde, el trafico era desquiciante, claro una ciudad mal planeada hace que las calles sean poco suficientes para la gran cantidad de  vehículos que circulan diario. Decidí caminar hacia el puente, quería disfrutar de los últimos instantes, inhalar la vida mundana, llenarme de contaminación, inflamarme de la desquiciada vida antes de partir. 

Subí los 36 escalones que me levantaban del suelo, los conté y observe. Una vez arriba vi las copas de los árboles agitadas por el aire, sentía que me alentaban, que me daban ánimo. Por alguna extraña razón llevaba conmigo el celular, quizá una parte de mi deseaba que sucediera el ya trillado milagro navideño y salvar mi vida. Me pare a la orilla, todo estaba listo, un vistazo al cielo que estaba más azul de lo normal y al momento de dar el paso al vacío para caer… el celular hizo el milagro navideño para detenerme. Me aleje de la orilla para poder contestar: “Hola ¿cómo estas?” Reconocí al instante la voz; hay personas que a veces deseas enterrar en el pasado, quieres olvidarlas y con muchas dificultades parece que lo vas a lograr… de repente aparecen de forma improvista e imprudente para volver a generar daños. “Bien.” Respondí con cierto desdén. “Hacía tiempo que no tenía noticias tuyas, te mande muchos mensajes y no tuviste la delicadeza de responder uno sólo; al menos me hubieras dicho que no te molestara.” Agregue con algo de enojo. Unos segundos de silencio y me respondió: “Pues he estado muy ocupada, no le había puesto crédito al celular, pero he pensado mucho en ti pequeño, vamos a vernos, te parece bien a las cinco en los cines del boulevard.”  No pude negarme, pensé que alguien la había mandado para salvarme de la muerte y darle continuidad a la ilógica existencia, ¿Sería acaso que volvería a creer en la navidad?    



Hacia mucho tiempo que el corazón no latía excitado, un peculiar nerviosismo invadía mi cuerpo, creo que estaba emocionado. No estaba preparado para lo que fuera a suceder o decir, no tenía idea de que hacer; simplemente me deje llevar por las circunstancias. Estaba justo en frente del lugar de la cita, raro pero ella ya estaba ahí, se veía tan hermosa, angelical, ahora deseaba anclarme en su cuerpo y su corazón. Era un ángel de salvación que llegaba a mí para hacerme más placentera la vida, tonta idea y cursi pero lo pensé. Las cosas pasan por alguna razón, destino o distracción, quién sabe. Al momento de suceder esas cosas se hace un abismo en el tiempo y espacio, es como un hueco en la existencia para que suceda, es un momento en el que sientes los ojos del mundo viéndote en lo que todo sucede y tú solamente dejas que todo fluya. Solo bastaron unos cuantos segundos… la vi hermosa, sentía nudos en el cuerpo, di dos pasos para acercarme a ella y abrazarla… en un pequeño instante sin saber por dónde, al voltear me encontraba besando el parabrisas de un rápido de microbús verde, el rostro de los pasajeros mostraba horror, la cara del chofer tenía una risa mezquina, sobre el pavimento deje gotas rojas de mi existencia; sentí el cuerpo desanudado y roto… ella corrió a tratar de ayudarme; esta vez no solo rompía mi corazón, si no gracias a ella ahora tenía roto todo el cuerpo. Por primera vez en toda mi vida la atención de tantas personas estaba en mí; trataba de levantarme para darle las gracias al chofer, pero cada que lo intentaba algo se rompía y me dolía más. Las lágrimas de ella se mezclaron con la sangre y cayeron al suelo, lo curioso era que esa mañana me había levantado decidido a suicidarme… se hizo el milagro navideño.     


    



[1] Por si alguien quiere saber cual era la canción, era la de 200 sábados de fobia. 

martes, 28 de octubre de 2014

Sueños, utopía y alcohol.


Ella me dejo  una  noche, ya un poco tarde, le bese le mejilla queriendo besarla en otro lado, ese beso en la mejilla me supo tan insípido, tan simple, yo deseaba besarle la boca, rozar sus labios, palpar el latido de su cuerpo, deslizarme en su lengua, saborear su saliva, alimentarme de su aliento… beber de su boca, la mejilla era nada mas la ante sala del manjar que su boca era. Regrese a volví a sentir la decadencia en mi, volví a encerrarme en mi mundo solitario y aun quería seguir bebiendo para reemplazar el deseo de besarla…

Sintiendo desolación solamente quería morir como siempre, quería que el alcohol me victimara esta noche, deseaba tener el sabor amargo y por fin darle fin a la soledad muriendo-bebiendo. Quería simplemente quería como tantas cosas que quería y debía conformarme con la resignación. Salir a la calle y sentirme víctima de mi destino, víctima de la indiferencia, una víctima de la mala suerte, sería una  alternativa.


Comencé a beber, no sabía hacer otra cosa que beber, busque cenizas no quemadas y me arme un cigarrillo, comencé a tener la alucinación de su cuerpo de nuevo, era algo que detestaba, pero me daba algo de placer, sentir su piel imaginaria sobre la mía, sentir como ella era la que se entregaba a mi, sentirla para entonces volver a la realidad y lo único que tenia entregado a mi era el licor que no dejaba que yo muriera, pero permitía que me embriagara y odiara mi suerte. Es cuando el pensamiento surge escalando mi mente y jugando con mis deseos: deseo abrir tus piernas y sentir como palpita tu húmeda cavidad deseosa de sentir, mi lengua desea pasear entre los húmedos labios, sentir como el clítoris se hace dócil y permite que la lengua juegue con él, sentir como tus piernas se estremecen y percatarse de cómo tus bellos se erizan al sentir el roce sutil-voraz de mi boca ansiosa de ti… te deseo. Y regreso a la realidad, la soledad se hace grande, abrumadora y mi mano ya no puede complacerme más. Sin aliento, con pocas ideas que escribir y sin ella me siento a terminarme el cigarrillo, un día menos de vida y un día mas de soledad, amarga y profunda… soñar, no me queda nada más que soñar-te.



Cierro los ojos en mis sueños busco tu belleza, intento no abrirlos para que no te escapes, recorro todos los lados hasta que apareces con olores y miradas provocativas; avanzas hacia mi, nada te detiene, juegas con tu andar, me seduces. Vienes vestida completamente de negro, tus zapatillas se cimbran a cada paso, rompemos la distancia con un beso, tu lengua caliente es suave, delicada. Mis manos recorren tu figura, tus manos esta atadas a mi cuello, mis manos descubren la deliciosa figura que escondes debajo de ese vestido negro; vestido que arranco para dejar libre tu silueta, te deshaces del sostén, abro el camino entre tus bragas y la vellosidad del jardín del placer para encontrar el clítoris palpitante-deseoso  de caricias. Abro tus piernas torneadas que adornadas están con las medias para comenzar a degustar del hotel que cuidas celosamente en medio de ellas. El liguero es lo único que impide que estés completamente desnuda. Tu pecho provoca caricias y besos, tu pecho no deja de latir a gran velocidad, las mareas de la sangre se arremolinan debajo de la piel a cada caricia, cada beso acelera la temperatura, atravieso tu abertura carnal y tu suavidad es anfitriona de mi placer, es confortable estar adentro de ti… cada gemido es entonado con singular excitación, la luna se transporta a cada lado de la bóveda celeste, estamos apunto de estallar cuando el sol penetra despertando los parpados… el sueño termina, te vistes y abandonas mi sueños… dormir quiero para soñar contigo y no dejarte ir…    continuo bebiendo sin ganas de vivir, mi mundo utópico se acelera lacerando mi existencia, la perfección de mi imaginación rebasa lo enfermo de mi situación actual, lo mejor es beber y soñarte ya que no puedo tocarte.   



Ella me dejo  una  noche, ya un poco tarde, le bese le mejilla queriendo besarla en otro lado, ese beso en la mejilla me supo tan insípido, tan simple, yo deseaba besarle la boca, rozar sus labios, palpar el latido de su cuerpo, deslizarme en su lengua, saborear su saliva, alimentarme de su aliento… beber de su boca, la mejilla era nada mas la ante sala del manjar que su boca era. Regrese a volví a sentir la decadencia en mi, volví a encerrarme en mi mundo solitario y aun quería seguir bebiendo para reemplazar el deseo de besarla…