Sentado a la orilla de la existencia veo el ocaso de los recuerdos, veo cada uno de esos momentos que he vivido a la marcha de estos años. Algunos se escapan de mi mente, otros necesitan una foto y unos más no tienen ni una foto, pero ahí están, sonriendo. Bebo un poco más del espumoso vaso de la nostalgia y la vida aún no termina.
Esa lucha contra los que sigue está ahí esperando que tome las armas para continuar la pelea, para seguir buscando razones, para seguir cosechando recuerdos. Esa lucha puede esperar hoy, solamente quiero embriagarme de tristezas y del eco de sonrisas decrepitas. Tengo que llevar flores al cementerio de viejos momentos felices.
El día no termina, la vida no termina. Los vivientes te olvidan... en sus recuerdos yo soy un anónimo, mientras yo les pongo nombre en mis recuerdos. No olvido... un vaso más de esa amarga nostalgia. He de morir otro día hoy quiero recordar.
Laura llegó extenuada de su trabajo, quería solamente recostarse un rato, beber café y ver las noticias o algo que la distrajera de la rutina. Era apenas martes. Entro en su departamento, puso la cafetera, se puso su ropa para dormir, se sirvió su café y se recostó en el sofá.
Cambiaba los canales de su televisión, no había alguno que le interesara, se estaba quedando dormida, cuando unos pequeños rasguños en la ventana la hicieron levantarse, se trataba de su gata, una gata blanca que había adoptado hace algunos días. la gata entró se estiro fue a comer. Regreso a la sala, comenzó a lamer sus patas, esta satisfecha la regordeta felina, de un salto se puso en el vientre de Laura. La comenzó a acariciar, la gatita camino hasta echarse cerca de su pecho.
Pasaron algunos minutos, fue entonces cuando le noto algunas manchas negras en el pelaje blanco, se quedo viendo a su mascota y le dijo: Estas sucia, pareces una bruja. ¿Acaso eres una bruja? La gata se sentó la vio fijamente a los ojos, ninguna de las dos dio un parpadeo cuando la gata le dijo: No soy una bruja, pero las he visto.
Di un par de vueltas en la cama, el oxigeno
aun entraba y salía de mi; di una vuelta más y me embarre de vomito, estaba
sumergido entre la resaca y el vomito. Fue entonces cuando abri la ventana, necesitaba aire. Fue entonces cuando vi al mundo que comenzaba a convertirse en una
deforme esfera de vómito… el vomitoide comenzó a reír, las partículas mal masticadas
hablaban en idiomas humanos y reían vomitando más, haciendo crecer más y más
al vomito, despedía el hedor de las entrañas de todos los humanos que estaban
vomitando al mismo tiempo. Todo era una varágine, los fluidos de todos brotaban dándole vida a eso.
Crecía el vómito con todo lo que arrojaban a sus
viscosos pies, se volvía más fuerte el hedor que despedía . Era un gigante
hecho de vomito y juntaba el vomito de toda la humanidad para hacerse aun más
grande. Las partículas sólidas mal masticadas caminaban para fusionarse con
gigantesco humano de vomito. Una vez fusionado y lo suficientemente grande
comenzó a caminar, tomando uno a uno a los humanos que estaba a su alcance para
devorarlos y posteriormente vomitarlos; eran humanos mal masticados hechos una
amorfa masa de hueso-carne-sangre que se adherían al gigante y así lo hizo por
varias horas, devorando a millones de humanos. Ya era demasiado enorme que no
podía albergar más vomito que se desparramaban en grandes cascadas del pegajoso residuo.
Dejaba huellas de sus viscosos pasos y al voltear se percato de mi
presencia, trato de alcanzarme, así que corrí pero resbalabacon los restos viscosos esparcido por el suelo; no
podía refugiarme en las estaciones del metro, donde seguro no entraría por
temor a resbalar en las escaleras, pero había balaceras en su interior y era
una mala idea de refugio, muchos se metían a los tuneles, todo era un caos. El vómito que estaba pegado a mis zapatos comenzó a
escalar por mis piernas atrayendo más vomito del que estaba esparcido sobre el
suelo para que se comenzara adherir a mi, yo estaba atado de baba, residuos, flemas y bulimia. Mi rostro se había desaparecido entre tanta viscosidad; me estaba convirtiendo
en un fragmento más de ese gran ser hecho de vomito, mi cuerpo se comenzaba a sentir espeso, ahora
era parte del espeso gigante, solamente podía devorar humanos y acariciar
moscas…comencé a caminar dentro de el, comence esparcir ahora mi esencia viscosa en las calles de la ciudad.
Le disparaban mísiles, pero solo los absorbía en su inmenso abdomen, explotaban dentro del ser y salían como flatulencias, nada lo detenía, los perros comenzaron a seguirlo para lamerlo. La gente continuaba huyendo, pero no había ya refugio ya que se desprendían trozos del monstruo que entraban a cualquier intento de refugio, se adherian en las personas succionandolos para luego vomitarlos haciendo más y más grande al vomitoide. Era demasiado grande que desde cualquier parte del mundo se podía ver. Los trozos de excremento comenzaron a unirse a su cuerpo, le daba mas fuerza, las eternas aguas negras se rindieron ante el gigante.
Desperté con vomito a mi alrededor, di un salto, entonces pensé que el vomitoide me había liberado, quise entonces remojarme la cara, cuando me asome la or la ventana vi al mundo sumergido en vómito, todos ahora vivíamos en un mundo hecho de regurgitación, encerrados entre babas y flemas. Quedamos artrapados en la bulimia de la humanidad.
Recuerdo que hace algunos ayeres, mis amigos Gaby e Iskander me invitaron a la
inauguración de su boutique darki, Nocturnal
Nosferatu. Una tienda mamona para darkis mamones. Se puso bueno, hubo
performances, colectivos del D.F. Una celebración donde el lugar estaba lleno
de entes oscuros, gabardinas, encajes, corsets y vinil. Entonces llegué con mi
pantalón de pana cafe, tenis, rompe vientos blanco, una gorra y en la gorra un
botón de los Fabulosos Cadillacs.
Había gente afuera cuando llegue, me metí, había un performance en ese momento. Por cierto
no lo entendí, pero por la cara de los espectadores supongo estuvo chido. Logre
subir las escaleras, fue cuestión de minutos para que el corte del listón se
diera, el encargado del corte era ni más ni menos que Javier Corcobado,
desconocido para mi, hasta la fecha. Todos emocionados con el padrino, aplausos
y el rímel no se le corría a los oscuros.
Ya después del protocolo se repartió vino y queso.
Los vampiros bebiendo vino con esa pose de gente de mundo. Todos acosando al
padrino de la inauguración, Javier una foto, oye Javier esa canción esta muy
chida, Javier un saludo para radio buap. Cosas así, yo sentado cerca de la
barra viendo el espectáculo con una chela en la mano. Después de unos minutos
llego Corcobado y se sentó a mi lado, me sonrió, salud me dijo. Yo le respondí
con la camaradería del borracho, bebía una copa de vino, se le hizo raro que yo
tomara una cerveza, sintió confort ya que no lo acose, ni autógrafo le pedí, no
le pregunte de su música, intercambiamos un par de palabras, nada que
significara algo. Me levanté le dije nos vemos y me fui a beber a un lugar más
a gusto, sentí su mirada que me decía: llévame contigo. Me senté en un lugar
más cómodo, sin tanta oscuridad; pedí una jarra estaba el Comisario. En la mesa
de a lado había unos darkis extasiados. Javier Corcobado me estrecho mi mano y
me firmo mi disco, yo me tomé una foto con él, dijo la vampira. Ahorita
regresamos a platicar con él, concluyeron. Esbocé una sonrisa, y me dije ¿quién
diablos es Javier Corcobado?
Aterrizó su nave, le puso doble seguro, en la tierra lo único seguro es que te roben, pensó. Camino, no le gusto el espectáculo que la humanidad le brindaba, así que antes de regresar a su planeta y pasar el reporte fue a beber algo fuerte y ver mujeres desnudas. Ese es un vicio espacial. Cuando decidió irse se dio cuenta que le habían robado su cartera de piel venusina. Subió a su nave y dijo antes de arrancar: A la chingada con los humanos... Una devastación nuclear siguió a su partida. No había pasado cerca de Urano cuando vio que lo habían infraccionado por estacionarse en doble fila...
Me levante muy temprano, bebí un café, hice
un intento de ejercicio, trate de apreciar la vida; pero no lo logre, estaba
decidido a suicidarme. Crisis mundial, desempleo, alza de precios, malas
decisiones políticas; yo sin drogas, sin alcohol y sin alguien a quien amar,
abrazar o besar. Entonces todo estaba
claro: hoy sería mi suicidio. No tenía la idea clara de cómo sería, pero
tampoco tenía la idea o el motivo por el cual seguir viviendo; no deseaba
prolongar la vida.
Di varias vueltas por la casa, el último día
de existencia, de mi existencia se prolongaba sin razón. La misma canción repetía
una y otra vez[1] ¿Cómo
habría de suicidarme? Si no tenía veneno ni pistola; cortarme las venas era
trillado y en los intentos anteriores no le había atinado a las venas. Tal vez tirándome de un puente, caer al
viento y al chocar con el pavimento dejar embarrados los restos de mi cuerpo,
los restos de mi existencia; ver los rostros de horror al momento de saltar,
seguro habría muchos espectadores. Después de caer y morir sabría por fin lo que
hay después de la muerte. Sólo me quedaba una duda ¿Tendría que hacer nota
póstuma?
Diciembre, linda época para suicidarse, para
ser el centro de las pláticas de las
cenas navideñas, podría ser ahora sí el protagonista de todas las cenas y de
los periódicos. Le daría un sin-sentido más a la época navideña, sentido que ha
ido perdiendo poco a poco ¿Navidad? Que fecha es esa…
Me bañe, me perfume, me puse lo mejor que
encontré en el guardarropa; tenía un
encuentro con la muerte, así que debía estar bien presentable para poder
estrechar su huesuda mano. Hice una especie de ritual de despedida, camine por
todos los rincones de la casa, recordaba momentos, personas, veía momentos
pasados. Bebí la última cerveza y fume el último cigarrillo. Salí a eso de las
tres de la tarde, el trafico era desquiciante, claro una ciudad mal planeada
hace que las calles sean poco suficientes para la gran cantidad de vehículos que circulan diario. Decidí caminar
hacia el puente, quería disfrutar de los últimos instantes, inhalar la vida
mundana, llenarme de contaminación, inflamarme de la desquiciada vida antes de
partir.
Subí los 36 escalones que me levantaban del
suelo, los conté y observe. Una vez arriba vi las copas de los árboles agitadas
por el aire, sentía que me alentaban, que me daban ánimo. Por alguna extraña
razón llevaba conmigo el celular, quizá una parte de mi deseaba que sucediera
el ya trillado milagro navideño y salvar mi vida. Me pare a la orilla, todo
estaba listo, un vistazo al cielo que estaba más azul de lo normal y al momento
de dar el paso al vacío para caer… el celular hizo el milagro navideño para
detenerme. Me aleje de la orilla para poder contestar: “Hola ¿cómo estas?” Reconocí al instante la voz; hay personas que a
veces deseas enterrar en el pasado, quieres olvidarlas y con muchas dificultades
parece que lo vas a lograr… de repente aparecen de forma improvista e
imprudente para volver a generar daños. “Bien.”
Respondí con cierto desdén. “Hacía tiempo
que no tenía noticias tuyas, te mande muchos mensajes y no tuviste la
delicadeza de responder uno sólo; al menos me hubieras dicho que no te
molestara.” Agregue con algo de enojo. Unos segundos de silencio y me
respondió: “Pues he estado muy ocupada,
no le había puesto crédito al celular, pero he pensado mucho en ti pequeño,
vamos a vernos, te parece bien a las cinco en los cines del boulevard.” No pude negarme, pensé que alguien la había
mandado para salvarme de la muerte y darle continuidad a la ilógica existencia,
¿Sería acaso que volvería a creer en la navidad?
Hacia mucho tiempo que el corazón no latía
excitado, un peculiar nerviosismo invadía mi cuerpo, creo que estaba
emocionado. No estaba preparado para lo que fuera a suceder o decir, no tenía
idea de que hacer; simplemente me deje llevar por las circunstancias. Estaba
justo en frente del lugar de la cita, raro pero ella ya estaba ahí, se veía tan
hermosa, angelical, ahora deseaba anclarme en su cuerpo y su corazón. Era un
ángel de salvación que llegaba a mí para hacerme más placentera la vida, tonta
idea y cursi pero lo pensé. Las cosas pasan por alguna razón, destino o
distracción, quién sabe. Al momento de suceder esas cosas se hace un abismo en
el tiempo y espacio, es como un hueco en la existencia para que suceda, es un
momento en el que sientes los ojos del mundo viéndote en lo que todo sucede y
tú solamente dejas que todo fluya. Solo bastaron unos cuantos segundos… la vi
hermosa, sentía nudos en el cuerpo, di dos pasos para acercarme a ella y
abrazarla… en un pequeño instante sin saber por dónde, al voltear me encontraba
besando el parabrisas de un rápido de microbús verde, el rostro de los
pasajeros mostraba horror, la cara del chofer tenía una risa mezquina, sobre el
pavimento deje gotas rojas de mi existencia; sentí el cuerpo desanudado y roto…
ella corrió a tratar de ayudarme; esta vez no solo rompía mi corazón, si no
gracias a ella ahora tenía roto todo el cuerpo. Por primera vez en toda mi vida
la atención de tantas personas estaba en mí; trataba de levantarme para darle
las gracias al chofer, pero cada que lo intentaba algo se rompía y me dolía
más. Las lágrimas de ella se mezclaron con la sangre y cayeron al suelo, lo
curioso era que esa mañana me había levantado decidido a suicidarme… se hizo el
milagro navideño.
[1]Por si alguien
quiere saber cual era la canción, era la de 200 sábados de fobia.
Ella me dejo una
noche, ya un poco tarde, le bese le mejilla queriendo besarla en otro
lado, ese beso en la mejilla me supo tan insípido, tan simple, yo deseaba
besarle la boca, rozar sus labios, palpar el latido de su cuerpo, deslizarme en
su lengua, saborear su saliva, alimentarme de su aliento… beber de su boca, la
mejilla era nada mas la ante sala del manjar que su boca era. Regrese a volví a
sentir la decadencia en mi, volví a encerrarme en mi mundo solitario y aun
quería seguir bebiendo para reemplazar el deseo de besarla…
Sintiendo desolación solamente quería morir
como siempre, quería que el alcohol me victimara esta noche, deseaba tener el
sabor amargo y por fin darle fin a la soledad muriendo-bebiendo. Quería
simplemente quería como tantas cosas que quería y debía conformarme con la
resignación. Salir a la calle y sentirme víctima de mi destino, víctima de la
indiferencia, una víctima de la mala suerte, sería una alternativa.
Comencé a beber, no sabía hacer otra cosa que
beber, busque cenizas no quemadas y me arme un cigarrillo, comencé a tener la
alucinación de su cuerpo de nuevo, era algo que detestaba, pero me daba algo de
placer, sentir su piel imaginaria sobre la mía, sentir como ella era la que se
entregaba a mi, sentirla para entonces volver a la realidad y lo único que
tenia entregado a mi era el licor que no dejaba que yo muriera, pero permitía
que me embriagara y odiara mi suerte. Es cuando el pensamiento surge escalando
mi mente y jugando con mis deseos: deseo abrir tus piernas y sentir como
palpita tu húmeda cavidad deseosa de sentir, mi lengua desea pasear entre los
húmedos labios, sentir como el clítoris se hace dócil y permite que la lengua
juegue con él, sentir como tus piernas se estremecen y percatarse de cómo tus
bellos se erizan al sentir el roce sutil-voraz de mi boca ansiosa de ti… te
deseo. Y regreso a la realidad, la soledad se hace grande, abrumadora y mi mano
ya no puede complacerme más. Sin aliento, con pocas ideas que escribir y sin
ella me siento a terminarme el cigarrillo, un día menos de vida y un día mas de
soledad, amarga y profunda… soñar, no me queda nada más que soñar-te.
Cierro los ojos en mis sueños busco tu
belleza, intento no abrirlos para que no te escapes, recorro todos los lados
hasta que apareces con olores y miradas provocativas; avanzas hacia mi, nada te
detiene, juegas con tu andar, me seduces. Vienes vestida completamente de
negro, tus zapatillas se cimbran a cada paso, rompemos la distancia con un
beso, tu lengua caliente es suave, delicada. Mis manos recorren tu figura, tus
manos esta atadas a mi cuello, mis manos descubren la deliciosa figura que
escondes debajo de ese vestido negro; vestido que arranco para dejar libre tu
silueta, te deshaces del sostén, abro el camino entre tus bragas y la
vellosidad del jardín del placer para encontrar el clítoris
palpitante-deseoso de caricias. Abro tus
piernas torneadas que adornadas están con las medias para comenzar a degustar
del hotel que cuidas celosamente en medio de ellas. El liguero es lo único que
impide que estés completamente desnuda. Tu pecho provoca caricias y besos, tu
pecho no deja de latir a gran velocidad, las mareas de la sangre se arremolinan
debajo de la piel a cada caricia, cada beso acelera la temperatura, atravieso
tu abertura carnal y tu suavidad es anfitriona de mi placer, es confortable
estar adentro de ti… cada gemido es entonado con singular excitación, la luna
se transporta a cada lado de la bóveda celeste, estamos apunto de estallar
cuando el sol penetra despertando los parpados… el sueño termina, te vistes y
abandonas mi sueños… dormir quiero para soñar contigo y no dejarte ir… continuo bebiendo sin ganas de vivir, mi
mundo utópico se acelera lacerando mi existencia, la perfección de mi
imaginación rebasa lo enfermo de mi situación actual, lo mejor es beber y
soñarte ya que no puedo tocarte.
Ella me dejo
una noche, ya un poco tarde, le
bese le mejilla queriendo besarla en otro lado, ese beso en la mejilla me supo
tan insípido, tan simple, yo deseaba besarle la boca, rozar sus labios, palpar
el latido de su cuerpo, deslizarme en su lengua, saborear su saliva,
alimentarme de su aliento… beber de su boca, la mejilla era nada mas la ante
sala del manjar que su boca era. Regrese a volví a sentir la decadencia en mi,
volví a encerrarme en mi mundo solitario y aun quería seguir bebiendo para
reemplazar el deseo de besarla…