14/09/99
Soy un cementerio sueños rotos e ilusiones muertas. La cerveza me
regala una burbujeante sonrisa, su espumoso beso calma la ansiedad de la
existencia, otro sorbo para enterrar una ilusión más, los cigarrillos hacen
coro en los suspiros que se rompen con el viento.
El camino hacia la ebriedad se prolonga es un sin sentido pero necesito sentir mi cuerpo débil y rendido al licor. A la soledad, a la nada. Voy al baño, orino el único calor que de mi puede salir. Regreso para seguir bebiendo el líquido sexy que contiene el tarro. Soledad no sé por qué no te quieres largar, te invite a beber una noche y no te has querido ir querida, ya no tengo otra cosa que invitarte.
El camino hacia la ebriedad se prolonga es un sin sentido pero necesito sentir mi cuerpo débil y rendido al licor. A la soledad, a la nada. Voy al baño, orino el único calor que de mi puede salir. Regreso para seguir bebiendo el líquido sexy que contiene el tarro. Soledad no sé por qué no te quieres largar, te invite a beber una noche y no te has querido ir querida, ya no tengo otra cosa que invitarte.
Respiro humo de un cigarrillo que se
evapora, al terminarse su sabor quedara unos minutos, lo reemplazaré con otro y
así hasta olvidar cuantos habré fumado. Así trabaja el olvido con nosotros, un
sorbo más y ya se siente tibia la cerveza, dejó su estado frío para sentir un poco de calor. Un poco de
calor. Eso requiero un poco de calor una línea de polvo y dos aspirinas. Requiero unas piernas tibias que me cobijen de este frío otoñal.