lunes, 26 de octubre de 2015

El Gato.

Laura llegó extenuada de su trabajo, quería solamente recostarse un rato, beber café y ver las noticias o algo que la distrajera de la rutina. Era apenas martes. Entro en su departamento, puso la cafetera, se puso su ropa para dormir, se sirvió su café y se recostó en el sofá.

Cambiaba  los canales de su televisión, no había alguno que le interesara, se estaba quedando dormida, cuando unos pequeños rasguños en la ventana la hicieron levantarse, se trataba de su gata, una gata blanca que había adoptado hace algunos días. la gata entró se estiro fue a comer. Regreso a la sala, comenzó a lamer sus patas, esta satisfecha la regordeta felina, de un salto se puso en el vientre de Laura. La comenzó a acariciar, la gatita camino hasta echarse cerca de su pecho.



Pasaron algunos minutos, fue entonces cuando le noto algunas manchas negras en el pelaje blanco, se quedo viendo a su mascota y le dijo: Estas sucia, pareces una bruja. ¿Acaso eres una bruja? La gata se sentó la vio fijamente a los ojos, ninguna de las dos dio un parpadeo cuando la gata le dijo: No soy una bruja, pero las he visto.